A lo largo de julio, el tipo de cambio oficial en la Argentina experimentó un incremento significativo del 14%, superando ampliamente las previsiones de inflación para ese mes, que se mantienen en un rango de entre el 1,6% y el 2%, según estimaciones de distintas consultoras. Este comportamiento del dólar ha encendido alertas sobre una posible transferencia de ese aumento a los precios de bienes y servicios, un efecto que el Gobierno nacional intenta contener.
En la última semana del mes, el dólar pegó un salto abrupto: comenzó a superar los $1300 el martes 29 de julio, alcanzando $1325 al día siguiente. El jueves se registró la mayor suba diaria, superior al 4%, lo que llevó la cotización a $1380. Finalmente, el viernes bajó levemente a $1375, tras el anuncio de un nuevo desembolso del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el incremento de los encajes por parte del Banco Central.
Este contexto de tensión cambiaria ya generó respuestas en distintos sectores económicos. Por ejemplo, algunas automotrices como Stellantis, Ford y Toyota anunciaron aumentos de precios de entre el 3% y el 5,5%, incluso superiores en los planes de ahorro. Según fuentes del sector, esta suba se justifica por el desfase generado entre marzo y julio, cuando el dólar se apreció un 22%, mientras que los precios de los vehículos solo subieron cerca del 10%. Aunque los fabricantes afirman que no se trata de un traslado inmediato del costo del dólar a los precios, sí reconocen la necesidad de realizar ajustes progresivos, debido a la fuerte incidencia de componentes dolarizados, incluso en autos de fabricación nacional.
En paralelo, se reactivó el conflicto entre las empresas alimenticias y las cadenas de supermercados, situación similar a la vivida luego del levantamiento del cepo a mediados de abril. Desde algunos supermercados informaron que ya comenzaron a recibir nuevas listas de precios para agosto con aumentos de entre el 4% y el 9% en productos básicos como aceites, lácteos y artículos de higiene personal. Sin embargo, las cadenas de retail han decidido rechazar por el momento estas nuevas listas.
El Ministerio de Economía, liderado por Luis Caputo, ya está al tanto de esta situación y mantiene conversaciones con empresas del sector. Desde el Gobierno consideran que no hay fundamentos válidos para aplicar esas subas, dado que el tipo de cambio aún se encuentra flotando dentro de una banda establecida, lo que implicaría que el valor del dólar podría volver a descender en los próximos días, así como subió. Caputo ha ratificado que contener la inflación sigue siendo el principal objetivo de su gestión, incluso por encima de otros indicadores como la reactivación de la economía.
Por su parte, desde la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) señalaron que el sector alimentario viene registrando una inflación por debajo del promedio general en lo que va del año. Incluso destacaron que los precios de salida de fábrica (IPIM AyB) han crecido menos que los precios al consumidor (IPC AyB), lo cual demostraría que el sector ha sido prudente con los aumentos.
A pesar de que en Copal no prevén un incremento generalizado de precios, admiten que las oscilaciones del dólar requieren atención constante para evaluar su posible impacto. Subrayan, no obstante, que cualquier traslado a precios será paulatino y no automático.
Dentro del sector, algunas firmas señalan que sus costos están directamente atados a la cotización del dólar mediante “cláusulas gatillo” en los contratos con proveedores de insumos como plástico, colorantes o leche. Sin embargo, estas mismas empresas reconocen que no tienen margen para trasladar todos los aumentos al consumidor, dado que todavía están tratando de recuperar los niveles de venta perdidos a raíz de la caída del consumo en 2024.
Algo similar ocurre con el rubro energético. Las empresas petroleras advierten que los precios de los combustibles arrastran un atraso estimado en torno al 15%, tanto por la reciente suba del dólar como por el valor internacional del barril de petróleo, que ronda los 70 dólares. No obstante, no hay aumentos confirmados. Desde YPF, en particular, explicaron que están implementando una nueva política de “micro pricing”, que consiste en ajustar los precios de manera segmentada, considerando variables como la hora del día, la ubicación geográfica y los niveles de demanda.