Solo. Solo, entre cuatro paredes, donde el frío era insoportable. Solo, en una habitación con un ventiluz sucio que no se podía cerrar, una lámpara y el suelo de cemento. Solo, con un baño a 30 metros. Solo, sin comida ni agua. Solo, sin noticias de su familia, sin saber qué pasaría. Así se encontraba Serafín Mendizábal, víctima sobreviviente, cuando fue secuestrado por el Ejército el seis de junio de 1976.
Ese día, militares entraron a la Universidad Tecnológica de Tucumán (UTN) y no permitieron la salida de nadie. Hicieron formar fila a los estudiantes. Serafín se encontraba en ella cuando un oficial y dos soldados se acercaron y le dijeron que los siguiera hasta una de las aulas. Al llegar, recibió un golpe en la nuca que lo dejó tirado en el suelo. Comenzaron a golpearlo, lo amenazaron de muerte y le preguntaron por varias personas a las que él no conocía. Todo eso por más de una hora. Luego le vendaron los ojos y lo llevaron junto a otras personas. En ese tiempo, Serafín militaba en el Partido Comunista de Tucumán, era estudiante y dirigente estudiantil. Ese seis de junio a la tarde, él había ido a presenciar una clase, lo que no sabía era que ese día comenzaría la tortura que lo perseguiría por el resto de sus años.
«Salimos de la facultad con los ojos vendados. En ese momento no podíamos preguntarnos por qué nos sacaban así. Por qué entraban a la facultad. Por qué nos sacaban de ahí, si nosotros habíamos ido a recibir una cátedra. Fueron los momentos más difíciles de nuestras vidas», relata Serafín ante el Tribunal en la tercera audiencia del juicio por la Megacausa Jefatura III. Toma un momento para recuperarse porque recordar aquello no es fácil para él. Recordar aquello hace entrecortar su voz. Cinco camiones del Ejército salieron esa noche de la facultad con estudiantes que habían asistido, como todos los días, a sus clases. Todxs fueron llevados a la Brigada de Investigaciones.
Durante un mes, Serafín estuvo secuestrado. Él y 12 estudiantes más a quienes, pasada una semana, dejaban salir en grupos de tres. A Serafín, en cambio, lo retuvieron hasta fines de junio sin darle ninguna explicación. Con su portafolio, su grabador, sus cassettes en donde guardaba sus clases, pero sin su dinero, salió de ese lugar. «Le pedí a un quiosquero que me preste plata para comprar un boleto. Le dije que le iba a devolver al día siguiente. El hombre me escuchó y sin decir ninguna palabra me dio el importe», recuerda el hombre de 83 años, quien tiene patente en su memoria ese momento.
Serafín Mendizábal es una víctima sobreviviente del golpe de Estado. Víctima de torturas y secuestro por parte de militares del Ejército. Militares que, sin explicaciones, sin dejar rastros y ocultando su identidad, secuestraron y torturaron a esos estudiantes de la UTN dejando huellas imborrables en cada unx.