Megacausa Jefatura III: secuestradxs en la madrugada

Eran las 10.30 del miércoles. El secretario del Tribunal pasó lista de cada uno de los imputados conectados por videollamada. Los jueces Juan Carlos Reynaga y Enrique Lilljedahl ingresaron a la sala y dieron comienzo a la tercera audiencia del juicio por la Megacausa Jefatura III. Esta vez el ambiente era distinto. Se estaban por presenciar las declaraciones testimoniales. Se estaban por escuchar las primeras historias de las 237 víctimas.

A paso lento y con la cabeza en alto, Mercedes Nélida Vázquez se dirigió al centro de la sala de audiencias, frente al Tribunal. Nélida compartía su vida con Dardo Telésforo Galván, secuestrado por los militares el 17 de septiembre de 1976 en su casa en el barrio Mataderos, Villa 9 de Julio. “¿Usted recuerda el secuestro que sufrió su marido?”, comenzó a preguntarle la fiscal Valentina García Salemi. “Fue en mi casa a medianoche. Se presentaron un grupo de seis señores armados que golpearon la puerta. Yo salí a recibirlos y me preguntaron ‘¿Acá vive el señor Galván?. Deme permiso para que pasemos’. Ahí me dio un poco de miedo”, recuerda Nélida. Cómo y por qué eran las preguntas que ella se hacía, pero nadie le dio una respuesta. Los hombres armados se dirigieron a la habitación donde Dardo Galván estaba durmiendo. Lo despertaron, lo sacaron de su casa para luego llevarlo en un auto blanco.

Durante los días que Galván estuvo desaparecido, Nélida no paró de buscarlo. Fue a las comisarías, se dirigió a Tribunales, puso un habeas corpus y, nuevamente, nadie le dio respuestas. Una tarde un hombre, quien no quiso dar su nombre, se presentó en su casa. “Le pregunté quién era. Me dijo ‘me manda el señor Galván. Se encuentra en la Brigada de Investigaciones, entre avenida Sarmiento y calle Junín, que le lleve ropa y comida’. El hombre no quería dar su nombre porque había sido compañero de Dardo en la Brigada”, contó la mujer.

Los días pasaban y la incertidumbre aumentaba, pero, después de un tiempo de esa última noticia, Dardo apareció. “Tenía mal aspecto. Lo hice pasar y le serví algo. Me decía que se sentía mal y nervioso”, declaró Nélida, reviviendo ese momento. Su marido le contó las torturas sufridas por parte de los militares. Le contó que no les permitían que les alcancen nada, que la ropa y comida que ella llevó, jamás se la dieron. Que él llamaba, pero nadie le hacía caso, que pasaba hambre y sed.

Ese 17 de septiembre de 1976, Dardo no fue el único secuestrado en el barrio Mataderos. “Ese día también secuestraron a un vecino. Le pasó lo mismo que a mi marido”, recordó la testigo. Ese vecino era Miguel René Pérez, y no solo él, sino también Ana Mercedes Moreno, otra sobreviviente y testigo en esta causa.

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