Llevados a la fuerza
En la sala de audiencias, también se escucha la historia de Pedro Silva y Carlos Rocha. Ellos también fueron secuestrados, fueron llevados a la fuerza y nadie les dio un porqué.
Pedro era secretario general del sindicato de obreros del ingenio Leales y estudiaba para ser contador. “Él era muy apasionado en lo que hacía. Como dirigente defendía a los obreros y pienso que eso le molestaba a la patronal”, cuenta su hermana Isabel Díaz.
Dos días antes de ser elegido como secretario general, fue secuestrado por primera vez. Lo llevaron a un lugar oscuro que no pudo identificar, pero el ruido de los autos le advirtió que era lejos de su pueblo. Allí estuvo poco tiempo, luego lo liberaron. La segunda vez fue en noviembre de 1976, mientras trabajaba en una oficina en San Miguel. “Llegaron dos hombres y una mujer, y se lo llevaron”, recuerda Isabel.
La mamá de Pedro lo buscó por cielo y tierra, toda su vida. Nunca pudo saber dónde estaba su hijo. Hace dos años, Isabel tuvo conocimiento de las listas presentadas por el testigo Juan Carlos Clemente en el 2010. Allí el nombre de su hermano aparece junto a las siglas DF (Disposición Final). “Para nosotros ha sido muy fuerte. Toda la vida hemos tenido la esperanza. Yo veía a mi madre sufrir, la veía morir de pie”, dice Isabel.
Carlos fue secuestrado en abril de 1977, también en su trabajo. “Ahí comenzó el peregrinar de mi papá y nunca hubo respuestas”, recuerda su hermano Ramón González.
Luis, Pedro y Carlos continúan desaparecidos. El “nunca hubo respuesta” aparece en cada relato de los familiares, se repite una y otra vez. No pueden entender cómo después de tantos años, aún no se sepa dónde están, ni qué les pasó. Sin embargo, conservan la esperanza de hallar en este juicio la verdad y encontrar así un poco de paz.