Nieto 132: el derecho a ser Juan Morales

“Llevo casi 20 años tratando de reconstruir mi historia”, dice Juan José Morales. El hombre que hasta ahora tenía como apellido Cazorla decidió que parte de recuperar su identidad es usar el apellido de su mamá. Está sentado en un sillón blanco. El mismo desde el que hizo la videollamada para dar la conferencia de prensa en la que se lo anunciaba como el nieto 132. Ahora los nervios son diferentes y se confunden con una profunda emoción. Sostiene la foto en blanco y negro de Mercedes del Valle Morales y, a pesar de que sabe quién es desde hace más de diez años, no deja de mirarla de esa manera en que todes queremos que nos miren al menos una vez en la vida. 

La pregunta de por qué recién ahora lo anuncian como un nieto recuperado tiene que ver con su propia historia. Juan figura como un hijo adoptado, pero la adopción irregular tomó su tiempo comprobarla. La búsqueda que empezó en 2004 lo llevó a dar muestra de su ADN y en 2010, los restos de su madre fueron identificados entre los encontrados en el cementerio del Norte. “Gracias al trabajo del EAAF -Equipo Argentino de Antropología Forense- empecé a recuperar mi identidad”, dice Juan. Pero la segunda parte de esta historia se concretó ayer por la mañana.

“A eso de las 10 de la mañana me llamaron y me confirmaron que la comparación genética con mi supuesto padre era negativa”, comenta y habla de su búsqueda como un recorrido que cumple etapas. “Fue un camino largo en el cual pude recuperar los restos de mi madre. Se cerró ese ciclo. Ahora se cerró el ciclo de mi padre, al dar negativo con la familia que me crió y en este momento espero encontrar a mi verdadero padre para poder reconstruir bien mi historia”.

La conferencia de prensa la dio con las dos fotos de su mamá impresas, pegadas en un cartón para que se mantengan firmes a su lado. “Quería presentar a mi madre y la quería tener a la par mía como en muchas marchas, como en muchas horas de juicios. Tenerla presente y que la conozcan”.

Cada vez que puede, dice que es importante buscar la identidad propia. Que quien duda de quién es no tenga miedo en buscar porque vale la pena. Entiende que cada quien vive su proceso y el suyo empezó desde que era un niño. Frente a él está Ana Díaz, la compañera de su vida y madre de sus hijas. Ella fue fundamental en su búsqueda y es, más que compañera, artífice de este momento que Juan describe de una “triste alegría”. “Triste por no haber compartido la vida con mi madre y alegría por saber quién soy, de dónde vengo, y cuáles son mis raíces. Cuáles son mis orígenes”. 

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