Como todos los años, desde el Arzobispado de Tucumán que preside monseñor Carlos Sánchez y que tiene como obispo auxiliar al padre Roberto Ferrari, han querido enviar un mensaje de paz y amor para todos los tucumanos y tucumanas a horas del nacimiento del Niño Jesús.
A través de un video y un largo y sentido escrito, la Iglesia tucumana no sólo saludó a los creyentes, sino que también les transmitió un pedido que se ajusta a los tiempos que corren. Son momentos en que el día a día de la economía hogareña cuesta cada vez más a quienes menos tienen.
Por un lado, monseñor Sánchez pide a sus feligreses a renovar su vocación de servicio y hacerse “protagonistas en la construcción de una Patria para todos” a fin de transformar al país en “una tierra donde reinen la verdad y la justicia, la libertad y la paz, la solidaridad y la esperanza”.
Por último, y más importante, el arzobispo tucumano llama a comprometerse con las personas más vulnerables quienes, recordó, son los preferidos de Dios. “Recibir hoy a Jesús nos debe llevar a comprometemos más intensamente con nuestros hermanos más pobres y excluidos. Ellos, no lo olvidemos, son los preferidos del Señor”, señaló.
El mensaje completo de monseñor Carlos Sánchez
Como padres y pastores queremos llegar a todos los tucumanos de la Arquidiócesis para expresarles nuestro cariño y cercanía; nuestro deseo de alegría y paz en la Fiesta de la Navidad.
El nacimiento de Jesús, nuestro Salvador, nos inunda con su luz, disipando las tinieblas del miedo, la incertidumbre y el egoísmo, para dar paso a la paz, a la esperanza y al gozo de sabernos todos hermanos.
En la Navidad celebramos que Jesús, el Hijo de Dios, se hizo uno de nosotros y, desde la expresiva ternura del pesebre nos llama a recibirlo para hacer nuestro su mensaje de amor y esperanza. El Hijo de Dios se hizo hombre para convertirnos a todos en hijos de Dios; afianzando así nuestra condición de hermanos, que nos lleva a superar toda división, enfrentamiento e indiferencia.
En la dulce mirada del Niño de Belén encontramos la fortaleza para deponer rencores y egoísmos y, a la vez, una luz pura recorrer juntos un camino nuevo, trabajando por la paz y el bien de los hermanos.
Navidad es un llamado a valorar la bondad que Dios sembró en cada uno de nosotros, haciéndonos hermanos en Jesús. Es también un llamado a renovar nuestra actitud de servicio, para que nos sintamos protagonistas en la construcción de una Patria para todos.
Es nuestro deseo que, así como el Hijo de Dios al hacerse hombre se constituyó en signo de esperanza para la humanidad, en esta Navidad cada uno de nosotros podamos convertirnos en hombres y mujeres capaces de transformar a nuestro país en una tierra donde reinen la verdad y la justicia, la libertad y la paz, la solidaridad y la esperanza.
Recibir hoy a Jesús nos debe llevar a comprometemos más intensamente con nuestros hermanos más pobres y excluidos. Ellos, no lo olvidemos, son los preferidos del Señor.
La Virgen María, nuestra Madre, quien en Belén presentó a su Hijo como Salvador de la humanidad, interceda por nosotros para que aceptemos en nuestro corazón y en nuestras vidas la gracia de la Navidad. Como ella, que podamos transformar la cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura.
¡Muy feliz Navidad!